Hoy he tenido mal día en el trabajo. He estado a punto de plantarme delante la máquina expendedora de porquerías en unas cuantas ocasiones y comprarme lo que menos me conviene. No lo he hecho, pero ha costado. No tenía hambre, sólo ansias. Y dolor de cabeza. Y un cabreo monumental. Básicamente conmigo misma, por no decir basta y mandarlos a todos a la mierda.
1a toma: café con leche de soja (a ver si se termina el brick ya. Lo compré por probar y no acaba de gustarme) y 5 galletas María.
Desayuno: bocadillo de jamón york y té verde con menta.
Comida: ensalada verde (muuuy verde) y pseudo-paella de pescado. Comprado en una tienda de comidas para llevar. La paella era tirando a malilla.
Merienda: 2 mandarinas y un té rojo.
Cena: crostini vegetal. Con pimiento rojo escalivado, calabacín a la plancha y mozzarella. Y la gracia del plato: pesto rosso. De postre, un yogur con trocitos de fresa. Seguramente, mientras esté mirando la tele me tomaré alguna otra infusión.
Esta tarde quería salir a correr. Pero se me han hecho las mil con la plancha y otros marujeos domésticos. Me he puesto 40 minutos a hacer steps delante de la tele, con el stepper rosa que compré hace un par de años en el Decathlon y que estaba muertísimo de asco dentro de un armario.
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